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domingo, 26 de agosto de 2012

SÓLO TÚ, SEÑOR, ERES ETERNO



Por Padre Javier Leoz

1.- Es verdad y lo sabemos por experiencia que en este mundo todo tiene un límite. Ni los bosques son eternamente verdes, ni los glaciares son ya perpetuos. El hombre se desmorona y, hasta el aire, se hace muchas veces irrespirable.
¡Cuánto cambia el mundo! No muda en una cosa: no es inmutable. Cada día que pasa somos conscientes de que, el ser humano por mucho que se empeñe, podrá alargar su vida, hacerla más cálida y vivirla con más calidad pero ¿la puede convertir en eterna? ¡Bien lo sabemos que no! Hasta nos asolaría el aburrimiento y la falta de gusto por vivir.
Jesús es el único que permanece. El Dios inalterable y el Dios vivo. El Dios que, cuando entra en el corazón de las personas, las hace tan inmensamente felices, que las ganas de vivir son garantizadas por ese encuentro.
¿Cómo dar a entender esa confesión de Pedro; “Tú, Señor, tienes palabra de vida eterna” a las nuevas generaciones? ¿Cómo hacerles descubrir que, la eternidad es posible; que nos espera un mañana mejor; una ciudad donde la felicidad es posible al cien por cien?
En un entorno tan relativista como el nuestro, ya no es que creamos o no creamos por lo que vemos o dejamos de ver, es que nos cerramos a cal y canto, ante lo que no entendemos.
Jesús, nos aprieta un poco más (pero no nos ahoga) y nos dice que le dejemos un margen de confianza; que –aun sin entender- nos fiemos de su Palabra, de su promesa de eternidad.
2.- Aquel que nació, pobre y humilde en Belén, ha logrado revolcar y entusiasmar millones de corazones, millones de hombres y mujeres que se fueron a la otra orilla fiándose de su Palabra y viviéndola con coherencia en la tierra.
Tenemos un futuro por delante. Un futuro que está cimentado en la firmeza de nuestra fe, en la confianza que tenemos en Dios.
Qué bien lo expresó García Márquez
“Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo más que pudiera”.
Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.
En lo bueno y en lo malo, en la abundancia y en la escasez, en la salud y en la enfermedad, en las pruebas y los éxitos es donde hemos de ser sinceros y radicalmente honestos con el Señor y decirle: ¿A dónde vamos a ir, Señor? ¡Sólo Tú tienes palabras de vida eterna!
-Ante el intento de silenciar a Dios, nosotros elevaremos nuestra voz (sin gritar) para que su Palabra sea proclamada.
-Ante la crítica, sistemática y orquestada por ciertos medios de comunicación social, reafirmaremos nuestra fe y saldremos en su defensa
-Ante la deserción de muchos cristianos, nos agarraremos con más solidez a la Palabra, la meditaremos y nos daremos cuenta que Dios no nos abandona en las horas amargas.
¿A dónde ir? ¿Con quién? ¿Cuándo? Tal y como está el mundo y tal como se desarrollan los acontecimientos, “mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres”. (Sal 117)
3.- ¡HABLA, SEÑOR, AUNQUE NOS DUELA!
Habla, Señor, y no dejes nunca de silabear
aunque, tus Palabras nos resulten duras
o que, después de escucharlas,
sigamos en las nuestras sin hacerles caso.
¡Habla, Señor, aunque nos confundas!
Porque la fe que no es exigente
corre el riesgo de convertirse
en merengue que adorna pero sin masa que alimenta
Porque la fe que no provoca
es dulce al paladar pero sin trascendencia en la vida.
¡Habla, Señor!
Y haznos más crédulos y más confiados
menos previsores y más críticos con nosotros mismos
más estrictos con nuestra vida
y más compresivos con las actuaciones de los demás.
¡Habla, Señor!
Aunque tu Palabra nos desconcierte
aunque busquemos mil excusas para alejarnos de Ti
aunque nos agarremos a mil justificaciones
para alejarnos de la gran familia de la Iglesia
¡Habla, Señor, y no dejes nunca de hacerlo!
Y, si en verdad, ves que corremos el riesgo de dejarlo todo
míranos con ojos de hermano
tócanos con tu mano poderosa
aliéntanos con el Espíritu Santo
y sácianos con el gusto y el encanto de la Eucaristía.
Amén.

viernes, 17 de agosto de 2012

Canción de San Juan de la Cruz

Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!;
pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres;
rompe la tela de este dulce encuentro.
¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado!,
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga;
matando, muerte en vida la has trocado.

¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores,
calor y luz dan junto a su Querido!

¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras,
y en tu aspirar sabroso de bien y gloria lleno,
cuán delicadamente me enamoras!

AQUÍ ME TIENES, SEÑOR


AQUÍ ME TIENES, SEÑOR
Soy poco, muy poco o casi nada,
pero con tus manos
multiplicarás lo que en el mundo
sea más necesario por tu Reino.
Conoces mi debilidad, mis pecados,
mis carencias y errores,
más sé que con tu mirada, y por mí fe,
multiplicarás lo bueno que en mí pusiste
y harás que, aquellos que me rodean,
puedan servirse de la bondad que desparramas.

AQUÍ ME TIENES, SEÑOR
Quiero ser uno de esos cinco panes,
para que, el hambriento que sale al camino
no marche a su casa sin haber comido
del pan de mi fraternidad
del auxilio de mi solidaridad
del agua de mi caridad

AQUÍ ME TIENES, SEÑOR
Tal vez, sea insuficiente;
mis capacidades, mi pensamiento,
mi alabanza, mi oración,
mi entrega, mi testimonio.
Tal vez sea poco
lo que la cesta de mi corazón albergue.
Pero, aquí me tienes, Señor
Mucho me diste y, por ello,
te doy las gracias, te bendigo y te alabo.
Mucho me diste y, por ello,
te pido que nunca deje de ser sensible
a las necesidades de mis hermanos.
Amén


 (PADRE JAVIER LEOZ)

jueves, 16 de agosto de 2012

Quédate, Señor, con nosotros


















ENVIADO POR PADRE V. VEGA


Tu Eucaristía es fuente de VIDA
Tu Eucaristía es fuente de LUZ
Tu Eucaristía es fuente de SALVACIÓN

Quédate, Señor, con nosotros
Sin ella nuestra fe se debilita
Sin ella nos perdemos en el ruido
Sin ella la esperanza decae
Sin ella nos alejamos de tu Palabra

Quédate, Señor, con nosotros
Queremos ser custodias para llevarte
Queremos ser custodias para pregonarte
Queremos ser custodias para anunciarte
Queremos ser custodias para nunca perderte

Quédate, Señor con nosotros
Ayúdanos a ser mejores
Ayúdanos a venerar tu presencia
Ayúdanos a no olvidar tus caminos
Ayúdanos a servirte con corazón sincero
Quédate, Señor, con nosotros

(PADRE JAVIER LEOZ)

A mi Dios

A mi Dios
Dios mío he aprendido a orar por mis semejantes, por mi familia, por mis amigos.
No permitas, que deje de rezar todos los días.
Al levantarme y girar mi mirada hacia el cielo, siento tu presencia, cosas que antes no sentía
he aprendido a vivir de nuevo, no he perdido los temores, pero se que con tu energía y luz divina aprenderé a vivir sin temor
Mi Dios que grande es sentir tu llamado, nunca pensé la riqueza que era saber orar y pedir bendiciones todos los días
Siento mi hogar, mi oficina llena de virtudes que antes no tenía
Pero lo más importante, es que he logrado llevar esta paz a mi familia, a mis hermanos, e iré por todas partes, pregonando tu palabra, solicitando tu bendición
Gracias es lo que puedo decir Dios mio, me has dado brillantes momentos de comunicación contigo. Y he logrado poco a poco poder levantar mi mejilla, sentir rodar mis lagrimas al hablar contigo, es una gloria, cada lagrima que puedo derramar
significa que me estas oyendo, que me escucha y tratare de no defraudarte.
Eres lo máximo, que grandeza tienes por tus hijos y a veces no sabemos aprovechar tu sabiduría, hazme todos los días digna de mi persona, que podamos corregir nuestros errores, que quitemos el odio de nuestros corazones, y que podamos brindar amor a quienes lo necesite, que cuando oremos nos lleguen la paz y que todos podamos transmitir tu palabra.
Tu presencia nos dignifican y nos hace grande merecedores de tu bendición.
Gracias Dios mio.
CARMEN RODRIGUEZ

TENGO FE, PERO AYÚDAME






















Hace mucho tiempo, Señor,
que estoy enfermo:
mis piernas se resisten a progresar
por las sendas de la fe,
buscan otros parajes más persuasivos
menos complicados y hasta menos exigentes.

Hace bastante tiempo, Señor,
que mis manos dejaron de abrazar a todos:
buscan lo fácil, la recompensa,
el amor por el amor, la gratitud por lo que dan.

Hace no sé cuánto, mi Señor,
que mi cuerpo derrama flujos de sangre:
de apatía y desencanto
inseguridad y altivez
orgullo, prisas, caídas,
pesimismo, desorientación y preocupación.

¿Me ayudarás, Señor?
Como la hija de Jairo necesito vida
Como el flujo de sangre
necesito que cortes de raíz
la herida que me debilita y me mata,
la sangre que necesito para vivir o darte gloria.
Sí, Señor; tengo fe pero…ayúdame.
Porque, si miro a mi alrededor,
veo que poco o nada pueden hacer por mí

Porque, hace mucho tiempo,
mucho tiempo, Señor, que los que me ven
ya no hacen nada por mí.
Por eso, Jesús, fuente de la salud y de la vida:
ayúdame a salir de las situaciones que me postran
a superar tantos flujos de sangre
que me dejan sin posibilidad de brindarme
por Ti, por tu Reino y por los que me necesitan
Y si me pides algo, mi Señor,
sabes que mi pobre fe,
aunque Tú la puedes hacer más rica
es lo que te puedo ofrecer como recompensa.
Amén

(PADRE JAVIER LEOZ)